Estamos frente a la desembocadura del Río Encajonado. Basta mirar aguas arriba de su cauce para comprender el porque de su nombre. Las paredes verticales de las rocas que lo flanquean más la fronde de los árboles que se aferran en sus grietas brindan una elocuente explicación. Fue registrado por primera vez como topónimo por el Sr. Carlos Sieweert en 1900, mientras practicaba mensuras en la zona.

 

Sus nacientes se remontan unos 18 km aguas arriba, en una laguna de altura en el corazón de la Sierra Sorondo. Su cauce desciende a lo largo de un valle colgante, que contuvo un glaciar tributario del gran glaciar que fluía a lo largo del Onashaga, actual Beagle.

 

Su caudal medio estimado es de 1,5 m3/seg, aunque en invierno es apenas del orden de 0,25 m3/seg.

 

No hemos encontrado una denominación previa, pero sin lugar a dudas este ha sido uno de los cursos de agua de donde los pueblos originarios obtenían agua dulce. Sus zonas aledañas han albergado campamentos de los pueblos nómades que habitaron las costas fueguinas, dejando testimonio de su historia en los yacimientos arqueológicos (concheros) que podemos observar a nuestro alrededor.

 

 

Textos: Tec. en Turismo Marisol Martinez

Revisión: Mag. María Laura Borla

Fotografía: Abel Sberna